Todas las placas solares utilizan los rayos del sol para generar energía. Dependiendo de su funcionamiento, existen tres tipos principales: las placas solares térmicas, que generan calor; las fotovoltaicas, que generan electricidad; y las híbridas, que combinan las dos anteriores.
Dentro de los paneles fotovoltaicos a través de los cuales se genera energía solar, es posible distinguir entre tres principales variantes: monocristalinas, policristalinas y amorfas
“Los paneles fabricados con células monocristalinas son los que tienen un mayor rendimiento y son más estables a lo largo del tiempo. Lógicamente también suelen ser los más caros”.
Mientras tanto, las células policristalinas se fabrican a partir del silicio metalúrgico mediante procesos de solidificación menos exhaustivos que en el caso de las monocristalinas, según Anpier: “El crecimiento de los cristales de silicio no se controla por lo que se forman distintas estructuras cristalinas. Esto permite la fabricación de lingotes de forma rectangular que facilita la posterior conformación de las celdas fotovoltaicas”. Los paneles con células policristalinas tienen “rendimientos un poco inferiores a costes más reducidos”.
En el caso de los paneles térmicos, se pueden diferenciar por la temperatura a la que funcionan sus colectores (componentes encargados de capturar la radiación solar y transformarla en energía térmica). El fabricante de paneles solares Endef diferencia tres grandes grupos en la clasificación de los colectores.
Por un lado, estaría el colector de baja temperatura: “Alcanzando hasta un máximo de 50 grados, este tipo de paneles se utilizan principalmente para la calefacción y para el agua caliente sanitaria en sistemas domésticos”.
Por último estarían las células amorfas. Para fabricarlas, “se depositan de forma controlada delgadas capas de material fotovoltaico sobre distintos materiales que actúan como soporte”. El silicio, teluro de cadmio, cobre, galio y selenio se fijan a plásticos, vidrios o tejidos permitiendo la fabricación de células flexibles o integradas en distintos materiales de construcción, según Anpier. De esta forma, la asociación indica que se reduce hasta cincuenta veces el espesor de las celdas, lo que trae consigo ahorros considerables de materias primas. “Esto permite un abaratamiento de los paneles que integran este tipo de células y aplicaciones diversas: módulos fotovoltaicos integrados en tejas o vidrios, paneles flexibles, transparentes o de distintos colores”, añade.
Independientemente del tipo de variante, es importante tener en cuenta que para instalar placas solares para autoconsumo es necesario un equipo de profesionales.
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